Conocí en persona a Javier G. Romero en Noviembre de 2005 en San Sebastián, participando “Monster World” en el marco de la XVI Semana de Cine Fantástico y de Terror con sus añorados concursos de fanzines. De Javier siempre me sorprendió su ímpetu y entereza para afrontar una criatura como “Quatermass”. Me confieso un incondicional seguidor y admirador del trabajo de este bilbaíno, que ya luce canas, y me considero un tipo con suerte al poder contar con su amistad. Largas charlas por teléfono nos han unido durante estos últimos años. Confesiones y gratos momentos, proyectos que nos aguardan y, sobre todo, nuestra pasión por el mundo del cine.
“Quatermass” se ha convertido, por méritos propios, en punto de referencia para muchos aficionados al género. Una especie de “biblia” donde lo riguroso y la veracidad no está reñido con el punto de vista de sus espléndidos colaboradores; éste es uno de los grandes aciertos de la revista, que la define como la mejor publicación nacional desde la recordada “Terror Fantastic”. En sus 16 años de andadura “Quatermass” ha tenido sus buenos y malos momentos. Cientos de anécdotas y recuerdos.
Hoy, en exclusiva para los lectores de “Monster World”, Javier G. Romero se confiesa y nos cuenta la azarosa vida de su criatura. Con sinceridad y temple desempolva los recuerdos y responde a las preguntas del monstruo.
Contesta el insigne profesor Quatermass.
Javier G. Romero, David garcia, Carlos Aguilar y Angel Garcia Romero
Cuéntanos... ¿cómo nace la idea de crear un fanzine como Quatermass?
Desde muy pequeño me ha atraído muchísimo el cine. De hecho, junto al portal de la casa de mis padres había un cine y yo desde el balcón veía las enormes colas de gente justo debajo. Y en esa sala, hoy ya desaparecida, vi mi primera película, una de Cantinflas, Sube y baja, que dirigía el mexicano Miguel M. Delgado. A esta le siguieron otras como Bambi, de Disney, a la que me llevaron mis abuelos. Eran las clásicas películas apropiadas para los niños de entonces y sin duda me impresionaron. Súmale a esto un ciclo de títulos de terror de la Universal que emitieron por la segunda cadena (cuando se llamaba UHF y no existían ni las privadas ni las autonómicas, ni prácticamente la tele en color) y ya te puedes imaginar que terminé absolutamente enganchado al cine, y en particular al fantástico. Desde ese momento, y puesto que el vídeo e Internet eran aún ciencia-ficción en España, me entregué por completo a hacerme con cuantas publicaciones cinematográficas encontrase en los quioscos. Pero también revistas de cómics como Fantom, Espectros, Dossier Negro, Escorpión, Pánico, Vampus, Rufus… con aquellas alucinantes portadas. A partir de aquí siempre tuve el sueño de editar mi propia publicación de cine. Hasta que, un poco harto del escaso interés que mostraban por el género las revistas oficiales me decidí a dar el paso y sacar Quatermass a la calle. Como ves, unos inicios que en poco se diferenciarán de los de otros muchos aficionados.
¿Qué fanzines y publicaciones alimentaban tus ganas por editar tú mismo uno?
Como a tantos otros de mi generación, me influyó mucho esa maravilla de revista que era, y es, Terror Fantastic, que con casi cuarenta años a sus espaldas sigue demostrando su amor por el género en cada página, pero con un sentido crítico muy especial. Es decir, que sus artífices no eran ningunos descerebrados ni rendían incondicional pleitesía al fantástico. No hay más que leer su sección de críticas para darte cuenta de lo que los mismos especialistas de la época opinaban acerca del cine de terror que se facturaba, por ejemplo, en España. Recuerdo sus negativos, pero lúcidos, comentarios de Dr. Jekyll y el hombre lobo, La noche del terror ciego, La llamada del vampiro, La rebelión de las muertas… Esa independencia en sus juicios me encantaba porque, por lo general, no se sometían a amiguismos ni se casaban con tal o cual cineasta o actor. Algo que cuesta encontrar hoy día. Por supuesto, también el Famosos Monsters del Cine editado por Garbo me marcó profundamente en aquellos años 70, si bien poseía un enfoque distinto, heredado de la edición original yanqui, pues suponía ante todo una mitificación del género, desbordante, eso sí, de un inmenso amor por el fantástico. No olvido tampoco el impacto que me causó Chicho Ibáñez Serrador con su programa Mis terrores favoritos. Allí descubrí No profanar el sueño de los muertos.
¿Fue Quatermass tu primera experiencia como fan-editor?
Antes de concebir el fanzine llevaba algún tiempo colaborando con una publicación amateur, que editaba en París, con gran cariño, Jacqueline Caron, Les ami(e)s de Stephen King. Contacté con ella en los años 80 a través de un anuncio que publicó en el nº 78 de la estupenda revista francesa L’Écran Fantastique. Entonces yo era un gran aficionado a Stephen King y le enviaba a Jacqueline mis artículos y críticas, convenientemente traducidos al francés. Además, y aprovechando que tengo buena mano para el dibujo, le enviaba ilustraciones e incluso le diseñé alguna portada. Tanto es así, que el periódico estadounidense The Overlook Connection, en su número de enero del 89, reprodujo la portada que firmé para el nº 10 de Les ami(e)s de Stephen King. Aquello me hizo una ilusión enorme, claro. Pero, como suele ocurrir, mi pasión por King se disipó a partir de su novela El ciclo del hombre lobo, que me pareció malísima (también lo fue su adaptación al cine, Miedo azul), y es que el escritor ya no ha levantado cabeza desde entonces. Pero volviendo a tu pregunta, salvo estas colaboraciones como redactor e ilustrador en la revista de Jacqueline Caron, no tenía una experiencia previa como fan-editor.
Portada realizada por Javier para el numero 10 del fanzine Frances "Les Amis de Stephen King"
¿Tenías en mente algún otro proyecto o nombre para el fanzine antes del definitivo y acertado Quatermass?
Para el nombre barajé muchos otros, una lista enorme, y al final estaba entre Quatermass y “Dr. Phibes”, dos personajes emblemáticos del fantástico. Llegamos incluso a diseñar diversas manchetas con estos nombres. Sin embargo yo veía un problema con Dr. Phibes, pues exigía una pronunciación privativa de la lengua inglesa. En 1993 no estaba tan extendida la tradición que hay hoy de incluir términos anglosajones en prácticamente todo, que casi todo el mundo sabe pronunciar ya sin dificultad. Entonces, la especial fonética de “Phibes” me suscitaba dudas: imaginaba que unos dirían “Pibes” o “Fibes”, otros “Faibs” o “Pfaibes”… En fin. Creo que al final elegir Quatermass fue lo más acertado, por su especial sonoridad, su retentiva, su matiz evocador y lo entrañable del personaje que representa. Y se trata de que al lector no le suponga un contratiempo referirse a tu publicación. Es, curiosamente, el problema con el que se han encontrado algunas revistas, pues cuando vas a comprarlas y pronuncias su nombre el quiosquero no termina de saber a qué te refieres, aunque las tenga allí mismo, en el escaparate. Es un tema delicado.
Comienzas la andadura del fanzine con un número 0 luciendo portada de Bruce Campbell poseído y entrevistando en exclusiva a Paul Naschy. Cuéntanos cómo fue la confección de este primer número.
El ejemplar se hizo de manera bastante primitiva. Fíjate que para digitalizar las imágenes utilizamos uno de aquellos pequeños escáneres de rodillo que había que pasar manualmente por encima de la fotografía, sin alterar ni la velocidad ni el pulso para evitar deformaciones. Así quedaron las fotos, claro. Aunque la informática había sustituido al clásico “corta-pega” de toda la vida, todavía los programas de maquetación eran toscos, limitados y carísimos. Recuerdo que la portada nos ayudó a montarla Borja Crespo, que entonces estudiaba Bellas Artes, con transparencias de colores colocadas directamente sobre la imagen, en un proceso bastante engorroso. Y en cuanto a Paul Naschy, fue, en efecto, una suerte poder entrevistarle durante una providencial visita que hizo a la Universidad del País Vasco. A partir de entonces, Naschy sería entrevistado en otras dos ocasiones más para las páginas de Quatermass, concretamente en el nº 3, aprovechando que asistimos al rodaje de Licántropo, y en el nº 4/5 dedicado al cine fantástico español. Además, en 1996 ya habíamos invitado al cineasta a nuestra II Semana de Cine Fantástico de Bilbao, donde le dedicamos un cálido homenaje y él disfrutó muchísimo. No obstante, en este nº 0 también contamos con entrevista exclusiva a Álex de la Iglesia, que pocos meses antes había estrenado Acción mutante.
La aparición en escena de Quatermass coincide en el panorama español fanzinero de principios de los 90 con una inusitada avalancha de fanzines de género como el barcelonés Zineshock del hoy reputado director Jaume Balagueró, el Vade Retro de Enrique Torres, el valenciano Flash-Back de Antonio Busquets o el Sueño del Fevre del hoy escritor Carlos Díaz Maroto. ¿Cómo viviste aquellos tiempos de efervescencia fanzinera?
Conviene destacar la actual y encomiable labor de mecenazgo que ejerce la Semana de Cine Fantástico de San Sebastián, pues 2000 Maníacos sobrevive gracias al número anual que les financia, en todo o en parte, el certamen, convirtiendo así el fanzine en publicación oficial del festival. Algo parecido ha ocurrido con Flash-Back, ya que Busquets ha publicado, también en el seno de la Semana, su nº 4, nada menos que ¡once años después del anterior ejemplar! Pero lo cierto es que en aquellos años 90 existía la necesidad de una prensa alternativa, entendida como expresión de las propias inquietudes, y muchos nos lanzamos al ruedo de publicar sin otro ánimo más que el de difundir nuestras obsesiones, filias, fobias… Pienso que fue la última época dorada de los fanzines, el puente entre la confección artesanal a base de tijeras, pegamento y fotocopias, y una nueva era presidida por la informática, el diseño gráfico… Los fanzines de aquellos primeros 90 navegaban entre dos aguas, y poco a poco su espíritu revulsivo fue diluyéndose en busca de la comercialidad pura y dura. Sin duda fueron años bisagra, aunque había fanzines que se rebelaban aún ante esta situación, como el brutal y divertidísimo Suburbio, de una lucidez admirable.
Exceptuando al veterano 2000 Maníacos del valenciano Manuel Valencia, Quatermass es el único fanzine de aquella época que ha sobrevivido.
Si la práctica totalidad de estas publicaciones ha desaparecido hoy es lógico que así sea, pues sus creadores ya pasan con creces de los 40, y o bien han logrado que su publicación evolucione o bien se dedican a otros menesteres, casi siempre relacionados con esas inquietudes que les impulsaron a editar sus fanzines: escriben en prensa, publican libros, hacen cine, trabajan en la TV, firman guiones… Con excepciones, claro. Los hay que son funcionarios, bibliotecarios, repartidores de Correos, abogados, o incluso viven del cuento porque son expertos vendedores de sí mismos y de sus “glorias” pasadas. De todo hay. Pero lo que está claro es que estos fanzines que mencionas, y algunos otros, eran todos más que disfrutables. Mira, incluso Álex de la Iglesia empezó en el fandom, publicando No, el fanzine maldito, cuyos ejemplares son hoy auténticas piezas de colección.
Cuéntanos cómo fue la acogida de este primer número 0.
Excepcionalmente buena. Semanas antes de su aparición, y hablamos de 1993, habíamos diseñado una estrategia publicitaria a base de carteles, en los que se iba dosificando, escalonadamente y de forma enigmática al principio, información sobre la “inminente llegada” de Quatermass. Cada equis tiempo sustituíamos los carteles antiguos por otros nuevos en los que se ofrecían más datos. Es un tipo de promoción que ahora está más de moda, sobre todo en la TV, pero que a nosotros, entonces, nos funcionó muy bien. Los integrantes del primer equipo del fanzine habíamos aportado cada uno una cantidad de dinero para afrontar el pago de la imprenta, y finalmente no sólo recuperamos la inversión sino que conseguimos beneficios para pagar el siguiente número. Además, el ejemplar fue elogiosamente reseñado en multitud de publicaciones: Fangoria, Ruta 66, Primera Línea, Todo Pantallas, 2000 Maníacos, Música de Cine… Sin embargo, hoy veo aquel nº 0 y me doy cuenta de sus notables carencias, sobre todo en cuanto a maquetación y reproducción fotográfica, francamente feas. Al menos las intenciones eran buenas, e intentábamos destacar otros aspectos: técnicos, como la encuadernación con lomo o la portada en color, y de contenidos, como las entrevistas, los dossieres… Con todo, el ejemplar costaba 350 pesetas y la tirada se vendió íntegra en un tiempo récord. Muchos lectores suelen sugerirme que reedite aquel número seminal. Y no lo descarto, quizá en un futuro.
¿Te fue difícil reunir un equipo de redactores que compartieran tu pasión por el género?
Por aquel entonces casi todos los profesionales del ramo vivían en Madrid o Barcelona, y en el País Vasco yo no conocía a nadie que escribiese sobre cine fantástico. Ni contemplaba echar mano de los veteranos del resto de España, ya que, al no existir aún la publicación, no podía enseñarles un ejemplar para suscitar su interés. Y entonces se me ocurrió una idea demencial: insertar un anuncio en los periódicos buscando redactores para una nueva publicación cinematográfica, recalcando, por supuesto, lo de “sin ánimo de lucro”. Contra todo pronóstico contestaron casi una treintena de personas, con los que me iba citando en una cafetería después del trabajo. Y así, durante un par de semanas me entrevisté con ellos, hablando de cine, sondeándoles, leyendo algún texto suyo… Por regla general eran jóvenes universitarios con intereses cinéfilos y mayor o menor grado de conocimientos. Contactar con todos estos candidatos fue, de verdad, una experiencia interesante. Al final seleccioné un equipo de cinco escritores, con especialidades dispares dentro de la temática, todos ellos entusiasmados con el proyecto que se les planteaba. Incluido mi hermano Ángel, que ya entonces era un gran entendido en música de cine. El resto del equipo fueron Josu Olano, Aitor Guezuraga, Iñigo Ruiz de Oña y Borja Crespo, quien vino recomendado por su amigo Josu. Un grupo, te lo aseguro, de lo más heterogéneo.
Cicho Ibañez Serrador con el numero 3
Amando de Ossorio ojeando el numero 2
Por aquel entonces comienzas a colaborar con el cine-club de Getxo en la creación de un ciclo sobre cine fantástico, previo a la futura Semana de Cine Fantástico de Bilbao, hoy conocida como FANT, que comienzas a dirigir en 1994. Cuéntanos cómo fue tu paso por esta aventura.
Aquella colaboración puntual con el cine-club de Getxo fue en enero-febrero del 94, tan sólo dos meses antes de dar comienzo nuestra Semana de Cine Fantástico. Animado un poco por la buena acogida de Quatermass y el éxito de la Semana donostiarra, a la que solía acudir como espectador, pensé que Bilbao podría tener también su propio certamen consagrado al género. De momento, la capital vizcaína sólo disfrutaba del Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje, el único certamen de la modalidad con categoría A en todo el Estado, y en el que, por cierto, en breve pasaría a formar parte del Comité de Selección y Programación durante cuatro años. Entonces, sin prácticamente ninguna experiencia en la organización de eventos de este tipo, confeccioné un informe muy detallado con idea de presentarlo a diversas instituciones vascas para su financiación. Empecé por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Bilbao, y en tan sólo dos días me confirmaron su interés en el proyecto. Así que a partir de 1994, Quatermass se convirtió en coordinador de la Semana de Cine Fantástico de Bilbao y el Ayuntamiento en colaborador, hasta la tercera edición, donde pasamos a compartir organización. Aquellos primeros cinco años como director de la Semana fueron agotadores en todos los sentidos: lo más duro son siempre los inicios, sentar las bases y el espíritu del certamen, hacer todos los contactos necesarios, controlar cada detalle de una infraestructura que crece, confeccionar la programación, supervisar el catálogo, cuidar a los invitados… Fue muy gratificante contar en la Semana con la presencia de cineastas como Paul Naschy, Jesús Franco, Narciso Ibáñez Serrador, Óscar Aibar, pero también de cortometrajistas como Jaume Balagueró, Nacho Cerdá, Koldo Serra, Juan Antonio Bayona, Norberto Ramos del Val o Kepa Sojo, cuando aún no habían debutado con sus respectivos largos. Y de críticos y escritores cinematográficos como Carlos Aguilar, Jesús Palacios, Rubén Lardín, Jesús Parrado…
¿Puedes contarnos alguna anécdota relacionada con los invitados?
Recuerdo que la visita de Jesús Franco, que vino con Lina Romay, la actriz Amber Newman, acompañada de su madre, y los productores Hugh Gallagher y Kevin Collins, fue apoteósica. Proyectamos, en rigurosa premiere mundial, su película Tender flesh, en la que intervenían los citados. La noche del estreno el grupo deslumbró a los espectadores, sobre todo la jovencita Newman, increíblemente atractiva, combinando ojos verdes, piel bronceada, minifalda de infarto y abrigo de piel de leopardo. Durante la proyección, y en un aparte, Collins me preguntó si yo había podido ver previamente la película. Respondí que no, y él confesó que tampoco, añadiendo, enigmático, “It’s not exactly what I’d expected”. Ahí quedó la cosa. Estreno, mesa redonda, diálogo con el público y, después, a cenar. Franco insistió: “nada de restaurantes de lujo, Javier; una tasca, de esas con serrín en el suelo. Que sepan estos americanos lo que es bueno”. Así que nos guió hasta un local de aspecto costroso, en el casco viejo bilbaíno, donde los parroquianos consumían chiquitos y cantaban el himno del Athletic. Y el tío Jess, resuelto y como en su salsa, preguntó por el comedor, que estaba en el piso superior. Resultó ser un salón forrado en maderas nobles y que en nada se correspondía con los toscos establos de más abajo, donde los paisanos bramaban entre vapores etílicos. La cena fue increíble: bacalao al pil-pil, merluza en salsa verde, pescaditos fritos, chipirones y vino cosechero. Franco demostraba buen paladar y mejor conocimiento del medio. Amber, por el contrario, se espantaba ante los frutos del mar. La chica, acurrucada en el hombro maternal, prefería “meat”, un bistec con patatas; pero, en el País Vasco, eso significa “un chuletón de la tierra”, de tres centímetros de grueso, de esos que desbordan el plato. La muchacha, horrorizada, apenas picoteó un poquito. El resto, para qué negarlo, nos pusimos las botas, mientras el tío Jess hacía honor a su leyenda de conversador extraordinario, desgranando historias entre lo maravilloso y lo demencial con un gracejo insuperable. Al final se negó en redondo a que la Semana pagara la cena, e instó a sus productores a que abonaran el opíparo banquete, a lo que éstos se ofrecieron sin remilgos poniendo un fajo de billetes sobre la mesa, entre migas de pan, profiteroles y pimientos del piquillo. Nosotros, claro, consternados. Así son las cosas del tío Jess y así le conocí. Un hombre desconcertante, entrañable, divertido, desbordante…
¿Y Chicho Ibáñez Serrador?
Es un hombre de una brillantez apabullante. Entonces ya tenía alguna que otra dificultad para desplazarse, por lo que le acompañábamos en todo momento. Como sabíamos que era un gourmet extraordinario, durante los cinco días que estuvo con nosotros planeamos llevarle a comer y cenar siempre a lugares distintos, y allá donde íbamos la gente le reconocía, mostrándole un cariño inmenso. Pero lo que más me llamó la atención fue su capacidad para fabular historias. Recuerdo que durante una cena, y al hilo de la conversación, me comentó: “tengo una manera infalible de saber si un candidato es un buen guionista. De entre todos los elementos que hay en este comedor, yo te indico uno cualquiera, al azar, y en torno a él tú, de inmediato, tienes que contarme una historia con planteamiento, nudo y desenlace, de unos cinco minutos de duración”. Y me señaló unas cortinas de terciopelo rojo. Me quedé absolutamente bloqueado y apenas conseguí evocar algunas imágenes. Chicho, entonces, me mira y me dice: “A ver, ponme a prueba. Señala algo”. Le indiqué un vaso. Y entonces, en el acto, improvisó un argumento cuyos protagonistas principales eran su propio padre Narciso Ibáñez Menta, su hija Pepa y él mismo. Una fascinante historia de fantasmas, declamada con su peculiar estilo, en la que iba engarzando sucesos que nos habían ocurrido a nosotros esa misma mañana con otros realmente escalofriantes. En conjunto, una historia muy sencilla, atmosférica, con un final inesperado en el que el vaso, omnipresente, cobraba de pronto un espeluznante significado. Nos quedamos boquiabiertos y enseguida comprendimos porqué este hombre era considerado un genio de la imaginación. Y un verdadero fenómeno del espectáculo. Al día siguiente, tras la proyección de La residencia, Chicho llegó a la sala para asistir a la mesa redonda-homenaje. Le hicimos entrar por detrás del escenario para que no tuviera que subir las escalinatas desde la sala de butacas, debido a esas dificultades para andar que he comentado antes. De improviso, y antes de salir al escenario, una de las operarias del teatro se le acercó y con inmensa ternura le expresó su solidaridad para con su problema motriz. Chicho, entonces, salió al escenario entre aplausos, y dirigiéndose al público dijo: “Muchos comentan que apenas puedo andar, que casi no puedo moverme. Y por esa razón me han hecho salir aquí por la puerta trasera del escenario. Vosotros os merecéis algo mejor”. Y, ni corto ni perezoso, bajó, enérgico y sin ningún tipo de ayuda, las escalinatas hasta la sala de butacas, y desde allí volvió a subir, sin titubear, al escenario, entre una salva apoteósica de aplausos y con todos puestos en pie. Y así dio comienzo su homenaje. Inolvidable.
Pero a pesar de todas estas buenas experiencias, tengo entendido que hubo algún tipo de problema administrativo con la Semana.
Sí, lástima que el Ayuntamiento, decidiese prescindir de Quatermass en la organización para figurar ellos como coordinadores en solitario,
sugiriéndonos que pasáramos a la mera colaboracion. Una decisión unilateral que provocó la ruptura entre ambos, y por la que a punto estuve de llevarles ante los tribunales por violación de los derechos de propiedad intelectual, ya que el proyecto como tal me pertenecía y estaba registrado. Pero el consistorio le cambió el nombre al certamen, que pasó a llamarse Fant, y aunque tuvieron que hacer frente a un requerimiento judicial de mis abogados, la batalla legal de David contra Goliat se planteaba larga, agotadora y costosa, por lo que me vi obligado a desistir. Mientras tanto, el Ayuntamiento seducía a varios de mis colaboradores para situarles al frente de la Semana, juego al que los pobres se prestaron imaginando quizá gloria y riquezas. Que nunca obtuvieron. Así es la vida. Estas cosas pasan todos los días.
Pero ese no fue el único incidente relacionado con tu Semana. Parece que más de uno tenía interés en apropiarse de tu idea…
Antes de este final, surgió un estrafalario personaje, matriculado en la UPV y empeñado en hacer su propia Semana de Cine Fantástico en el mismo Bilbao. Apareció como portavoz de la Universidad y habló primero conmigo y después con el Área de Cultura intentando convencernos de que nos dejásemos absorber por su proyecto. El Ayuntamiento y yo, ante el disparate, nos negamos en redondo, claro. Así que, ni corto ni perezoso, el sujeto decidió ubicar su Semana un mes antes que la nuestra, contactando con invitados haciéndose pasar por nosotros y aprovechando el buen nombre que nos habíamos ganado a lo largo de nuestra breve trayectoria. Llegó incluso a invitar a Paul Naschy, que regresó a Bilbao, engañado, pues pensaba que esa “Semana” era la organizada por Quatermass, de la que tan buen recuerdo tenía. Naschy me llamó bastante abatido desde su hotel, donde prácticamente le habían abandonado a su suerte, y cuando llegué le expliqué la grotesca situación propiciada por el ínclito. De todas formas su certamen fue un caos absoluto, entre la estafa y la picaresca más rancia, y, con todo, consiguió
enredar un año más a la UPV para que invirtiese en la cosa, que ya pasó a mejor vida en su segunda intentona. Pero, aunque hubiese desaparecido, durante algún tiempo y cada vez que realizábamos alguna gestión nos veíamos obligados a dar explicaciones para desvincularnos de los marrones y pufos que había ido dejando el iluminado. Realmente esperpéntico. Bastantes años después le encontré como dependiente en una tienda de cómics.
Con la llegada del número 1 de Quatermass también llegó la polémica. Cinco años después de su aparición, la revista Cinerama en su número 77 (Febrero 1999) plagia literalmente, con la firma como autor de su editor Juan Tejero (actual responsable de T&B Editores), tu artículo sobre “El planeta de los simios” aparecido en este número. ¿Cómo fue tu reacción al respecto y cuáles fueron las consecuencias?
Me enteré del plagio por casualidad, ya que yo no leía Cinerama. Mi pareja lo compraba y me comentó que había salido publicado un amplio dossier sobre la saga de los simios. Por curiosidad le eché un vistazo y aquello me iba resultando de lo más familiar. Enseguida me di cuenta de que me habían copiado la práctica totalidad del dossier que escribí para Quatermass cinco años atrás. Para colmo, su texto lo firmaba el propio director de la revista, Juan Tejero. Consulté el caso con mis abogados, que se pusieron en contacto telefónico con Tejero para darle la oportunidad de explicarse y evitar cualquier acción legal. Pero su actitud no fue muy colaboradora, por lo que finalmente nos vimos obligados a demandarle. El juicio duró más de tres años. Fue una guerra de desgaste en la que él y sus letrados, entre los que se contaba su propia hermana, al no poder evadirse de su responsabilidad, puesto que el plagio era evidente, intentaron alargar el proceso al máximo con todo tipo de figuras legales y recursos, en la esperanza de que yo terminase por abandonar. Pero me mantuve firme y al final la jueza les condenó a pagar una indemnización y a hacerse cargo de las costas del juicio que ellos mismos habían contribuido a alargar hasta la extenuación.
Es penoso que Cinerama, con una plantilla de profesionales sobradamente preparados, tuviera que recurrir a copiar de un fanzine.
Desde luego. Y en vez de arreglar las cosas decidieron emprender una huida hacia adelante. Tejero pensaria que un fanzine como Quatermass no tenía nada que hacer frente a una revista profesional y de gran tirada como Cinerama. El asunto tuvo cierta repercusión, pues salió un artículo incluso en la revista Interviú y en su página digital, con declaraciones mías y de Tejero, en las que éste decía que el caso se terminaría archivando. Pero se fue pillando los dedos una y otra vez: primero aseguraba no conocer nuestra publicación, pero Quatermass había salido reseñado en el nº 74 de Cinerama; luego dijo que el texto se lo había escrito un “negro”, también que yo había plagiado mi propio artículo puesto que, por edad, “no podía haber estado en el plató de rodaje de El planeta de los simios”, y así un sinfín de disparates . Si hay algo aborrecible en este sector es aprovecharse del trabajo y del esfuerzo ajenos, e intentar acallar a la víctima echándole todo el lodo posible encima. Insisto: qué mundillo.
¿Tuvo este caso algún tipo de repercusión posterior en la vida de Quatermass?
Ni para bien ni para mal. Se hizo justicia. Lo único que consiguió este asunto fue sensibilizarme mucho hacia estos casos de apropiación indebida de propiedad intelectual. Una revista universitaria también plagió el dossier sobre Tod Browning que Borja Crespo escribió para el nº 2 de Quatermass; un texto mío sobre Harry Kümel apareció, sin firma, claro, en los extras de cierta película en DVD; la portada del libro sobre John Phillip Law coeditado entre Quatermass y Scifiworld ha aparecido ilustrando la carátula de otro DVD; coescribí con un joven director de cine un guión que enviamos a cierta productora, y nos lo devolvieron indicando que no encajaba en su planning de producción, pero meses después estrenaban una película sospechosamente parecida; hay libros que han pirateado multitud de imágenes exclusivas de Quatermass; alguno muy reciente, editado por gente cercana, ha copiado el tipo de maquetación y enfoque documental que diseñé para el libro John Phillip Law. Diabolik Angel… Por no hablar de los que no te pagan tus colaboraciones, aun habiendo prometido hacerlo. Ya sabes, “si te he visto no me acuerdo” o “es que la cosa va muy mal”. Conozco a colegas y amigos cuyo trabajo también ha sido sistemáticamente expoliado. Esto es un cáncer que, por desgracia, está a la orden del día. No obstante, volvería a denunciar, sin pensármelo dos veces, un caso tan sangrante como el de Cinerama. Algunos pensarán que exagero, pero te aseguro que a nadie le deja indiferente que le roben sus ideas, su trabajo, su esfuerzo… y que aparezca por ahí con la firma de otro que, encima, va a ganar dinero y prestigio a tu costa. Pero cambiemos de tema, por favor.
Javier junto a Josu Olano y Borja Crespo
Con Lone Fleming y Eugenio Martin
De acuerdo. El principal problema de un fanzine siempre ha sido la distribución. ¿No opinas tú lo mismo?
Encontrar una distribuidora de confianza, que entienda tu producto y sepa moverlo adecuadamente, es un tema delicado. De todas maneras, la saturación de publicaciones en el mercado complica bastante las cosas. Más o menos la vida de un libro en la mesa de novedades de la librería es de unos veinte días. Después, se devuelve, se pierde en las estanterías o va a la trastienda. El librero se ve desbordado y selecciona de manera implacable lo que le interesa y lo que no. En todo este proceso de supervivencia, muchas obras relevantes caen en el olvido o sufren una distribución que no llega ni a simbólica. Está claro que los libros de las grandes firmas editoriales tienen las de ganar, pues se consideran “valores seguros” aunque la obra sea mediocre. Y muchos editores se quejan, no sin cierta razón, de las comisiones que cobran las distribuidoras, que actualmente ascienden al 60% del precio de portada del libro, así como de los contratos que plantean, donde se llega a exigir la exclusividad y un número de ediciones al año. Pero la distribuidora también tiene sus gastos, y en su porcentaje se incluye el que le corresponde a la librería por poner la obra a la venta. Curiosamente, en toda esta cadena de valor, Editor-Autor-Impresor-Distribuidor-Librero, el único eslabón que adelanta dinero a todos es el editor: paga el anticipo al autor (y después el porcentaje estipulado sobre las ventas) y a la imprenta y no ve un duro hasta que su libro se venda, y de esa venta le llega sólo el 40%, parte de lo cual servirá para amortizar todos los gastos previos y cubrir los derivados de sueldos y seguridad social, alquiler de oficinas, teléfono, luz, etc. La gente no lo sabe, pero el margen de beneficio de un editor suele rondar, con suerte, el 3 o el 4% de la venta bruta.
Nos quejamos del precio de los libros, pero ese margen que señalas es directamente ridículo.
Y eso si el libro funciona. De ahí que sea importantísima la promoción en los medios y, sobre todo, la distribución. Un librero puede llegar a mantener tu obra algo más de tiempo en la mesa de novedades si comprueba que el libro tiene buena cobertura mediática o genera reseñas positivas. Como ves, todo es bastante más complicado de lo que parece a simple vista. Y, en ocasiones, hace acto de presencia la picaresca. Por ejemplo, pusimos nuestro nº 3 en manos de una distribuidora de Barcelona, pero pasaban los meses y el ejemplar no llegaba a las tiendas. Les pedimos explicaciones y nos dijeron que al ser novedad tenían que meterlo en el catálogo, y que como lo editaban cada dos o tres meses había que esperar. De risa. Por supuesto les retiramos el material y lo movimos con otra empresa, pero el daño ya estaba hecho. Más tarde nos enteramos de que aquella distribuidora pertenecía a cierta editorial que, coincidiendo con nuestro nº 3, acababa de sacar al mercado su propia publicación de cine fantástico, hoy desaparecida. Así que desde su situación privilegiada, planearon retener la tirada de Quatermass el tiempo suficiente para no hacer sombra al número inaugural de su revista. Fue como poner al lobo a vigilar las ovejas.
¿Has tenido algún problema con la distribución en esta última etapa de Quatermass?
Afortunadamente los números dedicados al cine fantástico español y al británico los financió la editorial bilbaína Astiberri, lo que supuso entrar en unos cauces normalizados de distribución, pues ellos ya poseían una sólida trayectoria, si bien dentro del campo de su especialidad, el cómic. Sin embargo, el último número hasta la fecha, el dedicado al cine fantástico italiano, lo he coeditado con la empresa granadina Séptimo Vicio, que decidió, en principio, no poner el ejemplar en distribución, debido a esos altos porcentajes que cobran y que ya hemos comentado. Entonces, he tenido que encargarme personalmente del contacto con las librerías, una por una, lo cual ha supuesto un trabajo agotador. Así, los pedidos pasan a través de mí y yo se lo comunico a mis coeditores, quienes se encargan del envío de los paquetes y de la facturación, ya que en esta ocasión puntual la tirada se ha imprimido en Granada. Y aun con todos los inconvenientes derivados de hacer nosotros mismos la distribución, en cuanto a ralentización de tiempo, escasa posibilidad de llegar a muchas librerías, todo el jaleo de la paquetería, las liquidaciones, etc., este Quatermass se está vendiendo muy bien. Finalmente parece que hemos llegado a un acuerdo entre ambos coeditores para meter el ejemplar en distribuidora, y estamos en conversaciones con alguna empresa del ramo. Pero, de momento, seguimos distribuyendo nosotros mismos, para no paralizar el flujo de ejemplares.
Quatermass también era asiduo a la Semana de Cine Fantástico de San Sebastián, donde ganó el premio al mejor fanzine en su X edición (Noviembre de 1999). ¿Qué significó este reconocimiento para ti personalmente?
Fue una experiencia emocionante y, como es lógico, me hizo mucha ilusión recibir este premio en la Semana donostiarra, porque además lo otorgaba el público, que es el destinatario natural de Quatermass. Y no olvidemos el trofeo, una maravilla diseñada nada menos que por Pablo Llorens: representa una especie de simpático arácnido o gigantesca garrapata atravesada de parte a parte por una estaca. La verdad es que impresiona. Tiempo después de este reconocimiento, los usuarios de la web Cinefantastico.com nos votaron también como la mejor publicación especializada de 2004.
Participaste en el concurso de fanzines en tres ediciones. Cuéntanos cómo funcionaba.
Sí, en las otras dos ediciones Quatermass alcanzó el tercer y segundo puesto, respectivamente, aunque sólo se premiaba al primero. El funcionamiento del concurso era sencillo pero ingenioso. Primero recibías la invitación de la Semana para participar, pues previamente seleccionaban un número determinado de fanzines. Cuando confirmabas tu presencia, te hacían entrega de 50.000 pesetas como ayuda para la confección del fanzine, y otras 50.000 cuando depositabas en el festival los ejemplares ya terminados, cuya tirada no podía ser inferior a 750. La Semana sorteaba ante notario el día de la presentación y entrega de tu fanzine al público, que votaba puntuando del 1 al 10. Las bases del concurso señalaban el formato (DinA5) y una serie de temas concretos que debías desarrollar en 8 de las 16 páginas obligatorias, el resto a tu elección. Solías tener entre 20 y 25 días para finalizarlo todo. Y el premio consistía en el trofeo y un talón por 200.000 pesetas, que no estaba nada mal. La verdad es que era una iniciativa preciosa, y la Semana demostraba una sensibilidad especial hacia el mundo de los fanzines, como ya he comentado antes. Alguno de los participantes se saltaba a la torera las bases y hacía lo que le daba la gana, pero la mayoría confeccionaban auténticas joyas del fandom. De hecho, tú mismo, David, participaste un par de años en el concurso. Guardo, por cierto, aquellos ejemplares de Monster World como oro en paño.
Te agradezco la referencia, Javier. Sin embargo, existen rumores de cierto malestar entre Quatermass y 2000 Maníacos durante la citada Semana de Cine Fantástico de San Sebastián. ¿Podrías aclararnos este asunto?
Pues ahora que lo mencionas, fue un caso curioso. Un año, durante el certamen, creo que fue en 2002, cierto sujeto repartió unas octavillas poniendo a caldo a Quatermass y a sus colaboradores. Cuando llegué al festival me lo advirtieron, pero nunca conseguí ver la famosa octavilla. Al parecer, el autor del panfleto estaba resentido porque nunca le había llamado para escribir en Quatermass, o al menos eso me contaron personas cercanas a él. Lo más divertido es que, de ser todo esto cierto, yo ni siquiera conocía al individuo, aunque al parecer coincidí un mes antes con él en Sitges, muy fugazmente. Acababa de sacar el Quatermass especial cine fantástico español, que se presentaba en el certamen catalán, y mi buen amigo Pablo Herranz me sugirió que le regalase un ejemplar a no sé quién, que estaba allí mismo, como petrificado y mirando fijamente. Te aseguro que, en el jaleo del momento, ni me acuerdo del nombre que Pablo mencionó. Aun así, me acerqué, le saludé y se lo di, fue cuestión de unos segundos, pero me llamó la atención su mutismo absoluto y expresión tensa. Vamos, que emanaba mal rollo. Treinta días después distribuía sus octavillas por San Sebastián.
Tuvo que ser desagradable llegar a Donosti y encontrarse con aquello…
Pues la pataleta del ínclito no acabó ahí. En el 2000 Maníacos, donde colaboraba, y supongo que seguirá colaborando, aprovechó algún artículo suyo para meter puyas contra Quatermass. Yo ni me molesté en replicarle, claro. Pero el fanzine valenciano seguía, dale que te pego, con el cachondeo, incluyendo referencias en su propia publicidad, hasta que por fin, un buen día, la cosa cesó por sí misma. A día de hoy ignoro qué pudo pasar por la mente de aquel personaje ni cómo consiguió contagiar al 2000 Maníacos, pues con su director existía una relación perfectamente cordial, incluso nos habíamos invitado mutuamente a colaborar en algunos números de nuestras respectivas publicaciones, con resultado satisfactorio. Yo participé en el 2000 Maníacos dedicado al terror azteca, y después él en el Quatermass del fantástico español. Pero, ya te digo, en este mundillo surgen de vez en cuando este tipo de cosas más o menos grotescas promovidas por el lunático de turno, de las que conviene desintoxicarse cuanto antes. La vida sigue.
Con el número 2 cambias de formato y aumentas las páginas; se puede considerar que diste el paso a revista. El esfuerzo editorial fue considerable y se deja notar en gran medida en la maquetación y la edición mucho más cuidada. ¿Tuviste que afrontar nuevas dificultades en esta nueva etapa de Quatermass?
Con aquel número me planteé dar un salto cualitativo. Coincidió, además, con la aparición de un individuo que tras contactar con nosotros se ofreció para ejercer como editor. El hombre tenía delirios de grandeza y planeaba convertir Quatermass en el producto estrella de su futura editorial. Durante el proceso de confección de este nº 2, sufrí la renuncia de un miembro del equipo original, disconforme con la presencia del presunto editor y en desacuerdo con lo que él consideraba una traición al verdadero espíritu de los fanzines, oponiéndose a una edición más ambiciosa y cuidada. Lo sentí bastante, pues era un buen elemento, pero estaba en su derecho y respeté la decisión. En cuanto al “editor”, en efecto, resultó ser un tipo de cuidado y tras un via crucis que no le deseo a nadie me vi obligado a darle la patada. Su intención era sacar el ejemplar con su logo y el día de pagar a la imprenta revelar que en realidad no tenía un duro. Así fue, y tuve que hacerme cargo de abonar todo el dinero, con la ayuda de mi familia, tras cambiar velozmente el fotolito donde figuraban su nombre y logotipo. Se que después lo intentó con otros, pero siempre terminaban dándole puerta. Años más tarde me enteré de que había conseguido editar un libro y que durante algún tiempo trabajó como almacenero en una conocida distribuidora de cine. Insisto en que en este mundillo hay que andar con pies de plomo. Pero volviendo al ejemplar, su elaboración resultó complejísima: se involucraron, sucesivamente, tres maquetadotes distintos, Alfredo Requejo, Diego Martínez y Jon Navarro, todos ellos excelentes; se amplió el equipo de escritores de los cinco iniciales a diez, incluyendo colaboraciones especiales de Koldo Serra y Hernán Migoya, además de suponer la entrada de Pablo Herranz en el equipo, firmando como Piedras Blancas; se cubrieron extensamente tres festivales, Burgos, Sitges y San Sebastián, así como el rodaje de El día de la bestia; se aumentaron el formato, el número de páginas, las fotografías; se cambió radicalmente el diseño, se mejoró muchísimo la calidad del papel y la impresión…
La entrevista a Peter Cushing la considero como un gran acierto, portada del número incluida. Pero en la entrega aparece otra entrevista a un personaje de lo más peculiar y que ha desaparecido de la escena sin dejar rastro. Es la perteneciente a Arturo Bobadilla, autor de uno de los títulos “malditos” de nuestro género, “Los resucitados”. No sé si realizaste tú la entrevista... ¿Qué nos puedes contar de Bobadilla?
En el nº 1 ya habíamos incluido una entrevista con el gran Vincent Price, pero sobre la megaentrevista a Peter Cushing te diré que era uno de los platos fuertes de aquel nº 2. Once páginas, nada menos, consagramos al inolvidable actor británico. Por cierto, que el estupendo retrato-caricatura a lápiz de Cushing que ilustra su filmografía es obra de mi hermano Ángel, quien además de ser un gran experto en música de cine es un excelente dibujante. En cuanto a Bobadilla, qué puedo decirte. Le vi por primera vez en la Semana donostiarra, donde se hacía notar merced a su torrencial sentido del espectáculo. Exhibía una vitalidad y energía desbordantes, siempre dispuesto a promover la algarabía más festiva y gamberra, sin el menor sentido de la medida, y arriesgándose a saturar gravemente al personal. Era imparable y locuaz, incluso brillante, lleno de proyectos e ideas audaces que rozaban el delirio. Por aquel entonces rodaba un corto, A un metro de tu oscuridad, y me lo mostró en la pensión donde se hospedaba en San Sebastián. Había alquilado un magnetoscopio y un monitor de TV y, en aquella minúscula habitación en la que apenas cabíamos los dos y toda la high-tech que se había traído consigo, me ponía el vídeo y después, aparte, el audio. Todo como muy atocinante. Por lo demás, llegó a colaborar en la edición española de Fangoria, le gustaba con locura el fantástico italiano y admiraba profundamente a Paul Naschy, con quien soñaba poder trabajar en el futuro. Y, al parecer, lo consiguió con Los resucitados. Poco después, como bien señalas, Bobadilla fue diluyéndose hasta desaparecer discretamente del mapa. Hubo todo tipo de especulaciones acerca de su salud. No obstante, en 2007 resurgió como actor en Doctor Infierno, donde estaba fenomenal en el papel protagonista, y que se ha podido ver en diversos festivales, incluido el Fant. Como curiosidad, te diré que uno de los coguionistas de esta película es Ramiro García Bogliano, junto con su hermano Adrián responsable del fanzine Confusos, y artífices ambos de un estupendo film argentino de terror, Habitaciones para turistas (2004), que desde aquí recomiendo sin reservas. Últimamente se dice que Melanoma Films, la productora de Doctor Infierno, quiere recuperar Los resucitados para finalizar la postproducción que quedó inconclusa hace ya la friolera de catorce años... En fin.
Tardas tres años en sacar a la calle el tercer número, de octubre del 95 a octubre del 98. ¿Qué ocurre en ese intervalo de tiempo?
Básicamente, que me dediqué en cuerpo y alma a dirigir mi Semana de Cine Fantástico y a mi labor en el comité de selección del Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao. Lo compaginaba escribiendo sin pausa en todo tipo de publicaciones: entrevistas, artículos, reportajes, críticas… Por lo común de temática cultural, pero también publi-reportajes, textos deportivos (sobre fútbol, que aborrezco) y hasta llegué a encargarme del Horóscopo en un periódico, bajo pseudónimo, claro. Mi primera colaboración para El Correo fue un encargo peliagudo, pues se trataba de un artículo a doble página para acompañar el preestreno de Tesis organizado en Bilbao por el periódico; no hace falta decir que, tras la proyección, inmortalicé en foto a Amenábar y a Ana Torrent posando juntitos con un Quatermass. Por cierto que, en noviembre del 96, en el Festival de Cortos de Bilbao se nos cayó a última hora Robert Altman como miembro del jurado, y logré convencer a la organización para que en su lugar invitaran a Paul Naschy, quien ocho meses antes había acudido al homenaje que le dedicamos en nuestra Semana. El hombre estuvo encantadísimo, pues sus compañeros del jurado eran cineastas de lo más variopinto: la japonesa Sayoko Kinoshita, el argentino Bebe Kamin, el británico de origen hindú Suri Krishnama y el ruso Mikhail Litviakov, con quien hizo buenas migas. De hecho, en su autobiografía Memorias de un hombre lobo, Naschy reproduce una foto de grupo donde aparecen los cinco, junto al cónsul de Dinamarca en Bilbao y secretario del Jurado, Pio Lindegaard, en un palco del Teatro Arriaga, sede del festival, disfrazados para una fiesta. Él, ataviado como Napoleón, faltaría más.
Para mi este tercer número es el mejor de esta etapa “pre-antología”. El merecido y sentido homenaje a Ossorio completa un número con bastantes menos páginas que su antecesor pero lleno de vitalidad y un acabado muy superior. ¿Qué nos puedes contar de la entrevista realizada a Amando de Ossorio?
La entrevista la tenía ya hecha Jesús Parrado y me la ofreció para Quatermass. Me pareció estupenda y decidí incluirla en el nº 3, que no obstante aún tardaría mucho en ver la luz. Recordemos que nos hallábamos en ese lapso de tres años por el que me acabas de preguntar. Entonces, pensé que sería interesante invitar a Ossorio a nuestra Semana de Cine Fantástico. Le escribí planteándoselo y muy poco después me llamó para explicarme que lamentaba no poder acudir debido a su delicada salud. Me pareció un auténtico caballero y todo un profesional. Supuse que sería buena idea visitarle y ampliar la entrevista de Jesús. A Ossorio le pareció bien y quedamos para vernos en su casa ese mismo mes. Pero cuando llego a Madrid y le llamo, me comentan que hace unos días le ha dado un infarto y que está hospitalizado, aunque se encuentra ya fuera de peligro y esa misma noche le llevan a casa. No obstante, la mujer me dice que consultará con Amando y que me llama en un rato. Finalmente, Ossorio insiste en vernos, y al día siguiente le visito en su casa de la calle Hermosilla. Recuerdo muy bien el encuentro con él ese 26 de febrero del 96.
magino que debido a su avanzada edad y estado de salud sería una entrevista complicada…
Estaba bastante debilitado, sí, pero lúcido y con ganas de charlar acerca de su carrera, aunque poco a poco fue pasando a terrenos más confidenciales. Grabé varias horas de conversación, pero a la entrevista de Jesús sólo le añadí unas pocas líneas, pues decidí respetar el resto de una charla que había adquirido tintes demasiado personales, incluso íntimos. Probablemente, el propio Ossorio, tras hallarse al borde de la muerte pocos días antes, vivía un momento especialmente sensible. Desde entonces y durante los últimos seis años de su vida mantuvimos una fluida relación telefónica y epistolar, intercambiándonos material sobre su obra, libros, artículos aparecidos en periódicos, revistas, fotos… En su casa me hizo entrega de un ejemplar del guión original de La bandera negra, en el que aún figuraba su primer título, “La hora negra”, adjuntando también copia de la orden ministerial que denegaba el permiso de rodaje; ya sabes que Ossorio, a pesar de todo, rodó la película clandestinamente y luego la Censura prohibió su estreno. Por supuesto, guardo toda su correspondencia con auténtica veneración. En todo momento le recuerdo como un hombre muy atento, educado y culto, generoso…
En este número cuentas por primera vez con un editor al frente de la edición, Julen Sánchez Penas.
Para mi gozar de la amistad de Julen es un auténtico privilegio, y no sólo porque haya financiado Quatermass. Es un verdadero entusiasta, del cine y de la vida, con una honestidad, generosidad y paciencia como pocas veces he visto. Decidió financiar aquel nº 3 en un momento especialmente delicado, pues yo ya andaba dando vueltas al proyecto de las Antologías. Entonces, era preciso un número puente, dar continuidad a la revista hasta que las ideas de cambio radical hubiesen madurado. Julen lo comprendió al momento y su aportación fue importantísima para facilitar esa transición, ese tiempo necesario de reflexión sin que Quatermass prolongase aún más una ausencia que duraba ya tres años. Pudimos así dar salida a un material de indudable interés que exigía ver la luz sin mayor demora: la magnífica entrevista a Ossorio, y otra muy curiosa a Joaquín Hinojosa, más el artículo dedicado al rodaje de Licántropo, con declaraciones in situ de Naschy y del director Francisco Gordillo. Además, Pablo Herranz firmaba un estupendo dossier sobre el western fantástico y mi hermano Ángel un excelente estudio centrado en la música de las películas de Godzilla. Y aún conservábamos las secciones habituales de noticias, defunciones, el concurso de la foto fantasma, las críticas de películas, libros y vídeos, que en el siguiente número, con el nuevo enfoque, desaparecerían casi por completo.
John Phillip Law posando con el nº4-5
Paul Nashy protagonista de la entrevista del numero 0
Comienzas una nueva etapa de Quatermass (nº 4-5) con las célebres antologías, piezas hoy indispensables en cualquier estantería de un buen cinéfilo. Un auténtico paso de gigante. ¿Qué te anima a dar este paso y cómo aparece en escena Astiberri como editor?
Pues fíjate, desde el nº 3 hasta este número doble 4/5 pasaron nada menos que cuatro años. Casi un lustro en el que, una vez desvinculado de la Semana de Cine Fantástico, y sin abandonar mis labores como escritor en publicaciones, entré a trabajar como diseñador gráfico en una editorial con diversas cabeceras en la prensa vizcaína. Allí diseñé miles, y no exagero, de anuncios publicitarios para otras tantas empresas. Se trabajaba a destajo, pero todo aquello me vino estupendamente para enfrentarme en solitario a la maquetación de Quatermass. En ese período previo a las Antologías, colaboré así mismo como autor en mis tres primeros libros colectivos, dos para la Semana donostiarra y otro para Sitges, incluidos también diversos artículos para la revista Nosferatu. Mientras tanto, iba coordinando la Antología del Cine Fantástico Español, en lo que supondría un cambio radical respecto a los anteriores Quatermass. Tan sólo existía un problema: la financiación de lo que empezaba a convertirse en el Quatermass más ambicioso hasta la fecha, un tomo monumental que iba a exigir un esfuerzo económico considerable. Y un buen día recibí la llamada de Fernando Tarancón, uno de los responsables de Astiberri, a quien ya conocía previamente del mundo de los fanzines y como dueño de las tiendas Joker. Se interesó en la marcha de Quatermass y se ofreció a editarlo bajo su sello. Naturalmente yo accedí, ya que en aquellos momentos Astiberri era una editorial joven y emergente, en plena expansión, y que empezaba a hacerse un nombre en el mundillo del cómic. Tanto es así, que hoy es una de las más importantes firmas del sector, y sus productos son multipremiados en los certámenes especializados, tanto nacionales como foráneos. Editar el primer Quatermass de esta nueva etapa con la cobertura logística de Astiberri me pareció absolutamente maravilloso. Además, demostraron su confianza respetando todos mis criterios acerca del diseño, los contenidos, la selección de autores…
Este es el primer número en el cual comienzas a controlar tú la maquetación y creas un equipo de colaboradores con lo mejorcito del panorama. ¿Cómo resulta la coordinación de tanto “monstruo” junto?
Si te digo la verdad, y en contra de lo que pueda pensar alguien ajeno al sector, colaborar con verdaderos profesionales es sumamente cómodo y facilita mucho el trabajo. Una vez se han acordado y aceptado los detalles (extensión de textos, plazos, remuneraciones, etc.), todo el mundo se responsabiliza de su parte, sin mayor complicación. Hombre, ocasionalmente puede existir algún problema por cuestión de egos inflados, retrasos injustificados en la entrega del trabajo o, en los más jóvenes, inmadurez de estilo literario. En casos muy puntuales y concretos, algunos artículos precisan de la correspondiente “mano de pintura”; pero siempre emprendo cualquier corrección con el mayor respeto al escritor y al espíritu del texto. Todos estos profesionales veteranos que citas, y muchos otros que colaboran en Quatermass, por regla general son autores cuyo trabajo siempre he admirado. Para mi es un inmenso placer contar con la gran aportación que supone su talento y procuro que su paso por Quatermass les resulte confortable.
Entre muchos otros, fichaste a Ramón Freixas, Pablo Herranz, Antonio José Navarro, David G. Panadero, Jesús Parrado y, sobre todo, Carlos Aguilar, padre del “Fandom” nacional.
A Carlos le conozco desde hace casi quince años, y su Guía del Vídeo-Cine era para mi un libro de cabecera mucho antes de contactar con él. Le invité a la segunda edición de la Semana de Cine Fantástico, y a partir de ahí surgió una buena amistad que ha propiciado, también, numerosas colaboraciones mutuas. El caso de Panadero fue curioso: allá por 2001 me envió un mail felicitándome por Quatermass y por mis respectivos capítulos del libro sobre la Universal editado por la Semana donostiarra y el del Giallo publicado por Sitges. Yo a mi vez le correspondí destacando su labor en la revista Stalker, donde leía sus estupendos artículos. Entonces, le invité a colaborar en el nº 4/5, y a partir de ahí ha figurado en las demás antologías de Quatermass. En cuanto a Navarro, Freixas y Fernández Valentí, que también mencionas, me parecen autores de un nivel excepcional, grandes profesionales y excelentes personas. Al último que conocí en persona (coincidimos físicamente en Gijón) fue a Tomás, pues básicamente nos habíamos comunicado por teléfono y por mail, y me impresionaron su lucidez, honestidad y sentido común.
¿Recibes muchas peticiones para colaborar en Quatermass?
Bastantes, sobre todo de gente joven. Por supuesto intento conocer el trabajo y las aptitudes de los candidatos, pues son exigibles unos mínimos de calidad. En cualquier caso, aunque no todos los aspirantes terminen colaborando, siempre les animo a ejercitar su estilo, ampliar conocimientos, aprender a argumentar con criterio, agudizar sus dotes de observación… Y sobre todo, a leer. Leer mucho y ver buen cine.
Quatermass comienza su periplo de presentaciones en festivales como Sitges, San Sebastián, e incluso viaja al célebre Festival della Fantascienza de Triestre (Italia) en diciembre de 2002. ¿Qué recuerdos guardas de aquel viaje? ¿Nos puedes contar alguna anécdota?
Aquella fue mi primera estancia en Italia, y no pudo ser mejor. El festival organizaba una retrospectiva de cine fantástico español y quería celebrar una mesa redonda con cineastas y críticos de aquí. Nos invitaron a Paul Naschy, que vino con su mujer Elvira, a Eugenio Martín y Lone Fleming, a Jack Taylor, Brian Yuzna, Iñigo Vallejo-Nágera, Carlos Aguilar y a mí como integrantes de la mesa. Allí estaban también, entre otros, Lucio Romero, que presentaba una exposición de carteles de cine, y nada menos que Curtis Harrington, de cuya filmografía yo admiraba varias películas extraordinarias: Queen of blood, Night tide, La muerte llama a la puerta, ¿Qué le pasa a Helen?... Fue maravilloso compartir una semana con todos estos profesionales legendarios, de entre los que me impresionó especialmente Jack Taylor, un auténtico gentleman, con un sentido de la ironía siempre oportuno. Eugenio Martín y Lone Fleming me parecieron absolutamente encantadores, y curiosamente, años después, terminaría maquetando el libro que sobre el director granadino firmaron Carlos Aguilar y su mujer Anita Haas. Pero lo más insólito de todo fue un viento helado al que allí llaman “bora”, y que sopla en determinadas épocas del año, alcanzando en Trieste velocidades de hasta 180 kilómetros por hora. Coincidió que durante un par de días se instaló en la ciudad, y alcanzó tal magnitud que si te detenías en un paso de peatones corrías el peligro de ser arrastrado o arrojado al suelo sin piedad. Por supuesto, los triestinos llevaban gruesos gorros de lana para proteger la cabeza del impacto del viento polar. Todos nosotros terminamos agenciándonos los famosos gorritos y buen número de bufandas. A la pobre Lone la brutal intensidad del bora le provocó incluso un desvanecimiento; nos llevamos un susto tremendo y la acercamos rápidamente al hotel, donde se recuperó enseguida. Pero fuerzas de la naturaleza aparte, Trieste me pareció una ciudad de lo más sugerente
Estuviste allí en dos ocasiones más…
Sí, siempre invitado por el Festival. En 2002, además de participar en la mesa redonda, Carlos y yo presentamos el nº 4/5 de Quatermass, la Antología del Fantástico Español. En 2004 acudí como miembro del jurado internacional, junto con Alan Jones, Manlio Gomarasca y Fabio Pagan, y tuve el placer de conocer a tres grandes del género: Jimmy Sangster, John Landis y Carlo Rambaldi, además de coincidir con el entrañable John Phillip Law, a quien había conocido en Málaga unos meses antes gracias a Carlos y Anita. Y por último en 2008 para presentar la Antología del Cine Fantástico Italiano. Además, en las fechas del festival suelen celebrarse en Trieste diversas ferias de gastronomía local, con lo que el panorama es inmejorable para los que tengan buen apetito. Yo me incluyo.
Continúas con un colosal nº 6, “Antología del cine fantástico británico”. Con más paginas, más colaboradores nacionales e internacionales de renombre y Astiberri nuevamente al frente de la edición. ¿Cómo se afronta un número de estas dimensiones con entrevistas y traducciones del inglés y 218 paginas?
En justa lógica, y puesto que el fantástico inglés supuso un fenómeno internacional, me pareció oportuno invitar a colaborar a diversos profesionales foráneos. Así, con la inestimable ayuda de Carlos, fui contactando con reputados especialistas británicos: Jonathan Rigby, Josephine Botting, Alan Jones, Cathal Tohill... Más complicado fue contar con Sir Christopher Frayling, rector del Royal College of Art de Londres, quien sólo aceptó tras ojear un ejemplar que le enviamos del Quatermass dedicado al fantástico español. Quedó tan impresionado, que prescindió de su habitual batallón de secretarias, y nos comunicó personalmente su decisión de colaborar. Tardamos dos años en confeccionar este ejemplar, aún más ambicioso que el número anterior, y a nivel logístico extremadamente complejo: coordinar a 35 autores de diversas nacionalidades, además en su propio idioma (inglés, francés, italiano, japonés); localizar a cada uno de los cineastas a entrevistar, algunos ya retirados del mundo del cine, como Robert Fuest o Norman J. Warren; llevar a cabo las traducciones y adaptaciones, seleccionar el ingente material gráfico… Un trabajo agotador pero ilusionante, que todos los implicados acometimos con una energía a prueba de bomba. Y con el respaldo de Astiberri, a quienes no puedo sino agradecer su buena gestión.
A estas alturas Quatermass se consolida como la mejor publicación nacional de género fantástico y de terror. ¿Has notado este reconocimiento por parte de la prensa nacional o profesionales?
Sí, comprobar que con el paso del tiempo Quatermass ha conquistado un espacio bibliográfico concreto y una valoración mayoritariamente positiva significa que se han alcanzado una serie de logros. Esto implica que la publicación ha tocado el corazón de profesionales y aficionados. Es algo que me emociona y que agradezco muchísimo. Desde el primer número los medios han mostrado un interés especial y han sabido apreciar el gran esfuerzo y la pasión que hay detrás de cada página. Hemos obtenido reseñas admirativas en multitud de revistas, fanzines, periódicos y páginas web: antes citaba algunas publicaciones, a las que añado (y procuraré no dejarme muchas en el tintero) Dirigido por, Fotogramas, Cine BCN, Opus Cero, Mondo Brutto, Slumber, El Víbora, Karmadice, Stalker, La Comictiva, Mondo Sonoro, BEM, Generación XXI, Quo, Freek!, Rock Sí, Bitniks... Diarios como El Correo, Deia, El País, El Diario Vasco, Bilbao Información, Diario de Soria, el Ideal de Granada, El Periódico de Gijón… Incluso medios foráneos como el Corriere della Sera, Nocturno Cinema, Mad Movies… En webs como Pasadizo, Bloodyplanet, Tebehorror, Cinefantastico, Dragonlibros… Y no me olvido de fanzines como Harlem, Mamorro, Annabel Lee, Burp!, Suburbio, Selwyn…
La lista es impresionante…
Te ruego me disculpes si he sido muy prolijo, pero de algún modo, al mencionar estas publicaciones, quiero reconocer y agradecer su interés y buena disposición para con Quatermass. En toda nuestra historia tan sólo hemos obtenido una reseña negativa: hace exactamente quince años, en la revista bilbaína Nuevas Tertulias, en referencia al nº 0, firmada por uno de los candidatos que fue expulsado al poco tiempo de entrar a formar parte del equipo original del fanzine.
Con tu siguiente, y último número hasta la fecha, la Antología dedicada al cine Fantástico Italiano, afrontas nuevamente un ejemplar único sin precedentes en nuestro país. En esta ocasión aparece en escena el festival de cine clásico de Granada “Retroback” que coedita contigo el lujoso y esperado número. ¿Cómo nace esta propuesta?
Tras la etapa con Astiberri pensé que sería interesante editar yo mismo el siguiente número a través de una empresa editorial cuyo proyecto empezaba a madurar. Era vox populi que para afrontar este ejemplar iba a hacer falta una inversión económica extraordinaria; imagínate: casi 400 páginas a todo color, 1.700 fotografías, 50 escritores de todo el mundo, multitud de entrevistas exclusivas, gran número de traducciones… Pero la llegada de la crisis, que empezaba ya a mostrar sus primeros síntomas, no hizo sino agudizar el problema. Entonces, Carlos Aguilar, que colaboraba como asesor en un nuevo festival de cine en Granada, Retroback, constató que su director, David López, era un gran fan de Quatermass. Como el certamen preparaba una importante retrospectiva sobre cine fantástico italiano, pensaron que sería fabuloso presentar el nuevo número en el seno del certamen, aprovechando no sólo la programación del ciclo, sino también la presencia como invitados de diversos cineastas relacionados con el género: Dario Argento, Pupi Avati y Francesco Barilli, sin contar los numerosos críticos e historiadores cinematográficos italianos que iban a acercarse a Retroback, muchos de los cuales, además, habían participado en el ejemplar. A mí, la propuesta me pareció colosal, ya que el número estaba prácticamente terminado tras casi cuatro años de duro trabajo. Así que decidimos coeditarlo entre Quatermass y la empresa de López, Séptimo Vicio.
¿Fue la única propuesta que tuviste?
Hubo algunas otras, en realidad. La más significativa fue la de Scifiworld, cuyo director, Luis Rosales, conocedor de la dificultad que me suponía reunir todo el capital en solitario, me llamó para ofrecerme editar el ejemplar bajo el sello de su revista. Pero como yo aún estaba puliendo la maquetación, le señalé la alternativa de coeditar conjuntamente el libro que acababa de terminar tras un año de trabajo, John Phillip Law. Diabolik Angel, escrito por Carlos y Anita, con prólogo de Ray Harryhausen, y ya preparado para llevar a imprenta. Rosales aceptó y nos hicimos cargo de los gastos al 50%. Por desgracia tuvimos bastantes problemas de distribución, y Luis, comprometido enseguida con otros proyectos 100% suyos, no pudo dedicarle el tiempo preciso.
Tanto este monumental Quatermass como el libro sobre el entrañable John Phillip Law, han tenido, y tienen, una vida social muy activa. Los has presentado en multitud de festivales y eventos.
Cierto. Para paliar en lo posible las carencias de distribución, era importante difundir al máximo los libros. Ha sido muy gratificante presentar ambas obras en certámenes e instituciones de todo tipo, dentro y fuera España: en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Trieste, en el FantaFestival de Roma, en la Semana de Cine Fantástico de San Sebastián, en el certamen de cine popular Peor… ¡Imposible! de Gijón, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, en Filmoteca Española… Y, concretamente el libro de John Phillip Law, además de figurar en gran parte de las publicaciones que ya he mencionado antes, ha merecido reseñas particularmente entusiastas en revistas foráneas como la estadounidense Video Watchdog, la británica Cinema Retro, la italiana Film TV…
Últimamente también has coordinado un libro sobre la época dorada del cine de géneros. ¿Cómo surgió la idea?
El libro se titula Hecho en Europa. Cine de géneros europeo, 1960-1979, y fue un proyecto que en agosto de 2008 presentamos mi buen amigo Jesús Parrado y yo a la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Gijón, para ser editado en el seno de Peor…. ¡Imposible!. El certamen que dirige Jesús cumplía nada menos que diez años, y pensamos que era una fecha perfecta para celebrar su mayoría de edad con la publicación de una obra centrada en la especialidad de esta muestra: el cine popular y de género. Al consistorio le encantó el planteamiento y consideraron que merecía la pena hacer el esfuerzo y sacarlo adelante. Aunque el proyecto original sufrió algunas modificaciones, sobre todo presupuestarias, que obligaron a recortar el número de páginas inicialmente previsto y a reducir el formato, el Ayuntamiento, aparte de estos ajustes económicos, nos dejó plena libertad en el resto de aspectos técnicos y artísticos.
Finalmente te hiciste cargo tú mismo de la maquetación y la escritura de uno de los capítulos…
Jesús y yo teníamos una idea muy concreta de cómo debía ser el libro, y estimamos adecuado que me encargase personalmente de aspectos como el diseño y la maquetación, además de aportar de mi propio archivo la totalidad del material gráfico. Tan sólo había una condición: que dos de los autores elegidos fuesen de Gijón. Jesús me propuso dos nombres, y el resto de escritores los seleccioné entre los habituales de Quatermass, adjudicando los capítulos según las afinidades de cada uno. En principio no estaba previsto que yo redactase ningún texto, pero uno de los escritores asturianos tuvo que apearse del proyecto en el último momento y, sin tiempo material para sustituirle, me vi obligado a encargarme de su capítulo. Tuvimos poquísimo tiempo para confeccionar el libro, apenas tres meses entre la elección de autores y la entrega en imprenta; a ello hay que añadir lo difícil que resultó localizar el material gráfico de esa época y de ese tipo de películas. El libro se planteó sobre todo con un ánimo divulgativo, para sentar las bases de lo que supuso el cine de géneros en aquellos años. Digamos que es muy apropiado para una primera toma de contacto con el fenómeno e iniciarse en toda aquella locura europea: películas de piratas, de aventuras coloniales, de terror y ciencia-ficción, los thrillers y policíacos, el giallo, las imitaciones de James Bond y Tarzán, las películas bélicas, el euro-western, la relación del cine de géneros con la literatura popular, el erotismo, el cómic, la música…
De la actual etapa de antologías de Quatermass... ¿se quedó alguna entrevista en el tintero que no pudiste realizar?
Siempre te quedas con alguna espinita clavada. Lo que más eché en falta fue poder entrevistar a Jesús Franco y a Chicho Ibáñez Serrador para la antología del fantástico español. Dos carencias llamativas e importantes, fruto, quizá, de la precipitación con la que se concibió el número, que, afortunadamente no afectó al resto del ejemplar. Con todos los demás pudimos charlar, tanto en este como en otros Quatermass: Álex de la Iglesia, Carlos Aured, Jorge Grau, Amando de Ossorio, José Ramón Larraz, Paul Naschy, Francisco Gordillo, Joaquín Hinojosa… Pero, en general, hemos conseguido entrevistar a todos aquellos cineastas que nos hemos propuesto: Christopher Lee, Robert Fuest, Norman J. Warren, Freddie Francis, Ingrid Pitt, Caroline Munro, Argento, Michele Soavi, Lamberto Bava, Pupi Avati, Renato Polselli, Sergio Stivaletti, Ruggero Deodato, Luigi Cozzi, Corrado Farina, John Phillip Law, Barbara Steele, Erika Blanc, Rosalba Neri… No sé si me olvido de alguno.
Seguro que se queda alguna anécdota en el recuerdo en los 16 años de andadura de Quatermass. De todas las entrevistas que realizaste... ¿con cuál disfrutaste más y cuál te incomodó más?
Te aseguro que todos ellos fueron sumamente amables y profesionales. Algunos más simpáticos y entrañables que otros, pero si vas a la entrevista bien preparado, controlando la vida y obra del personaje, éste te lo agradece y se siente cómodo, pues se puede establecer un diálogo fructífero. Sí ha habido un cineasta en concreto que, a pesar del buen trato dispensado por Quatermass a lo largo de los años, se puso en nuestra contra al considerar que las críticas sobre sus películas aparecidas en la correspondiente antología eran injustas. En este caso particular, y al percatarme de que mis colaboradores tenían una visión invariablemente negativa de su cine, contacté ex profeso con varios escritores cuya admiración por su obra me constaba. Me pareció una buena idea para equilibrar opiniones. Pero, ante mi sorpresa, cuando me enviaron los textos comprobé que su tono tampoco era laudatorio . Un caso en verdad curioso. Así que no me quedó más remedio que publicarlo de esta manera, pues no había tiempo material para replantear el ejemplar y no me gusta en absoluto censurar el trabajo de mis escritores, siempre y cuando esté bien argumentado.
¿Puedes concretar de qué cineasta estamos hablando?
No me pidas eso, ya que también respeto el enfado del profesional en cuestión, y por lo tanto sólo reseñaré la anécdota en sí, sin entrar en mayores detalles. Pero te aseguro que la indignación del interesado no se hizo esperar y tuve que sufrir todo tipo de reproches. Incluso llegó a decirme que, para contar con juicios favorables, habría puesto a mi disposición diversos escritores de su círculo de incondicionales. Es una auténtica lástima que determinados hombres del cine carezcan de sentido autocritico, y sólo acepten alabanzas de los pelotas de turno, empeñados en citar su obra como si de Dreyer se tratase. Una cierta dosis de humildad nunca viene mal para equilibrar egos desmedidos o graves complejos de inferioridad. Son casos puntuales, claro. Por el contrario, ha habido entrevistados que al recibir su ejemplar no han dudado en agradecer nuestro tratamiento. Recuerdo que, en este sentido, Carlos Aured nos escribió una entrañable carta, así como Norman J. Warren, y el propio Jorge Grau, a quien conocí en Málaga, me expresó su agrado por la entrevista que le hicimos. También para nosotros es vital saber lo que piensan los propios cineastas acerca de nuestro trabajo, para bien o para mal. De todas las experiencias se aprende y nada cae en saco roto.
Sabemos que en este mundillo hay muchas rencillas y “grupitos”…
Sí, en efecto, existen esos “grupitos”, pero como en cualquier otro sector. Sólo que aquí quizá incrementado por una cuestión de egos, como en toda profesión que dependa de las especiales sensibilidades artísticas, intelectuales y culturales de sus miembros, y que además está expuesta, en mayor o menor medida, a cierta repercusión mediática. Entonces, el reconocimiento de los éxitos propios funciona casi como una droga. Es evidente que cuando alguien coordina un libro, por ejemplo, suele recurrir a sus colegas en detrimento de otros, condenando al olvido a eficientes escritores; de ahí que tanto los profesionales como los lectores comenten eso de que “siempre escriben los mismos”, y en parte es cierto. Yo abomino de esa discriminación, usada a veces como arma arrojadiza, y en Quatermass colaboran todos los bandos. En los casos más extremos se llegan a acaparar proyectos sólo para impedir que otros, tanto o más capacitados, los lleven a cabo. Las envidias y la hipocresía están a la orden del día. Pero ya te digo: estos comportamientos no son patrimonio exclusivo de este mundillo. Por mucho que nos desagrade no dejan de ser una parte más de la condición humana.
¿Has recibido muchos palos por ser el alma de Quatermass?
Sé que a algunos no les gusta Quatermass, lo cual me parece estupendo, puesto que sería estúpido amar aquello que se detesta. Otros lo odian, o directamente lo ignoran, porque no colaboran en sus páginas, imaginando que su ausencia es fruto del ninguneo. A otros les molesta compartir páginas con escritores de otras nacionalidades, alegando que aquí ya hay suficientes profesionales. Los hay que critican aspectos concretos, como por ejemplo la publicación de fichas técnico-artísticas o de filmografías, “porque para eso ya está Internet”. Lo que a unos les parece absurdo e irritante a otros les resulta maravilloso e instructivo, y viceversa. Hay que aprender a distinguir las críticas interesadas y destructivas, incluso paternalistas, de las realmente honestas. Siempre te enteras de estas opiniones “extraoficiales” por terceras personas o por insinuaciones más o menos veladas, más o menos mezquinas. Es complicado.
Javier (2º de pie por la derecha) recogiendo el premio al mejor fanzine en la semana de San Sebastian (fotografia cortesia de Usoz de "El diario Vasco)
Me gustaría para terminar que dijeras algunas palabras para todo aquel que quiere empezar a editar un fanzine y embarcarse en este apasionante mundo.
Hace poco escuché al ex ministro Manuel Pimentel, hoy editor, decir que el índice de mortalidad infantil en el sector editorial es enorme, en referencia a la gran cantidad de editoriales que se constituyen al año y que fenecen en tiempo récord. Yo añadiría que esta situación se da, igualmente, en muchos otros sectores, por lo que conviene relativizar esta observación, que en sí misma no es incorrecta. La aventura de editar exige una entrega y energía fuera de lo común y no poca perspicacia comercial. En efecto, son legión las publicaciones que no pasaron de los primeros números, muchas veces porque se plantearon sin el menor conocimiento del medio, o porque sus autores carecían del tiempo y la dedicación precisos, o por la falta de dinero… Hay donde elegir.
¿El talento no basta para abrirse camino?
A veces no dependes tanto del talento propio como de los contactos que tengas para destacar o involucrarte en proyectos de peso. Algunos escritores que publican actualmente libros de cine, o que colaboran en tal o cual revista, carecen del menor talento o su estilo literario y conocimientos aún no han madurado lo suficiente; los lectores nos damos perfecta cuenta de dónde hay calidad y dónde reina la mediocridad. Para hablar del Cine hay que saber contextualizar el hecho cinematográfico en cada momento. En cierto libro leí que determinado clásico del año 1932 era malo porque aún parecía cine mudo y las interpretaciones eran exageradas, como durante el silente. Este tipo de cosas deben evitarse a toda costa: no podemos juzgar a una película de hace casi ochenta años con los ojos de hoy, acostumbrados a un cine muy distinto. Hablar de esta materia exige contextualizar, y conocer tanto la historia del 7º Arte como la Historia en general. Y haber leído de todo y visto mucho cine de todas las épocas. Ahora existe una raza de presuntos autores que escriben tirando exclusivamente de Internet, cuando esta herramienta debe contemplarse sólo como un apoyo y con cierta cautela, debido al torrente de errores e inexactitudes que transmite.
El panorama parece desolador…
En fin, puede sonar un poco duro esto que comento, pero son cosas que conviene tener en cuenta para no reproducir hasta el infinito los mismos desatinos. Por fortuna, en el mundo del fanzine, prima, precisamente, un intenso entusiasmo por significarse, por dejar constancia de las filias y fobias, por transmitir las experiencias, sensaciones y reflexiones que le suscitan a uno determinadas parcelas cinematográficas, o musicales, o literarias, o sociales… Por eso el fandom goza de una mayor libertad de expresión, radicalizada si quieres, pero sincera, espontánea, visceral… O al menos así era en la época dorada, antes de sumergirnos en estos tiempos de corrección política que todo lo emponzoña y uniformiza. Ya sé, David, que quizá esta no es la respuesta que se esperaba, pero tampoco está de más que los futuros editores, de fanzines, prozines o revistas, se enfrenten a estos nuevos tiempos con mayor conciencia de lo que supone traer al mundo una nueva publicación. Y te lo dice alguien que comenzó en este mundillo con una visión romántica, tiernamente ingenua, de la jungla en que ahora se ha convertido este sector. El entusiasmo nunca se pierde, la inocencia sí.
Muchas gracias Javier, te agradezco tu sinceridad a lo largo de esta entrevista. Ha sido todo un placer charlar contigo.
Gracias a ti, David. Espero de verdad que Monster World disfrute de larga vida. Te aseguro que esa implicación personal y ese sincero entusiasmo que yo veo en sus páginas y en tu blog, hacen mucha falta hoy en día.
5 comentarios:
Buenas! soy el editor del fanzine SUBURBIO!. Gracias por la mención y felicidades por la entrevista.
Mi zine comenzó a editarse en 1993 y aún sigue vivo, así que puedo encuadrarme dentro del grupo de publicaciones de esa época que aún están activas (vale, no es estrictamente de cine fantástico, pero es un fanzine).
Saludos a mares.
Gracias a ti Naxo. Me alegro te gustase la entrevista, por supuesto que "Suburbio" es todo un clasico del Fandom nacional, de los pcos que sobreviven.
Un saludo!!
Maravillosa entrevista.
El alma de "Quatermarss" yace en la mente de su mentor y fieles colaboradores que la han convertido en casi una leyenda para quienes abrazamos con pasión el séptimo arte, un abrazo fraternal de este humilde servidor que siempre se maravilla con cada revista nueva que se edita, aunque se que diran que no son mucho, pero son y de buena calidad.
Muy buena entrevista, de las pocas que he visto que se hable claro del "mundillo", y con bstante razón, ke yo conozco algo tambien y no es oro tiodo lo que reluce. Enhorabuena por sta entrevista tan reveladora, hacía falta, y ánimo a Quatermass seguir editando esas maravillas.
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